Este 2 de octubre conmemoramos el Día Internacional de la No Violencia
Experta invita a dar la debida importancia a la salud mental y al sueño en nuestros adolescentes y jóvenes
Dormir menos del tiempo necesario y tener un sueño de mala calidad, son factores que incrementan el riesgo de tener comportamientos impulsivos y violentos sin evaluar sus consecuencias, señaló la doctora Yoaly Arana Lechuga, especialista en Medicina del Sueño.
“Está comprobado que la privación de sueño incrementa significativamente la actividad de la amígdala, región cerebral que se activa ante amenazas, enojo e ira; al mismo tiempo, disminuye la actividad de la corteza prefrontal, encargada de la toma de decisiones racionales, el autocontrol y la regulación emocional. En condiciones de sueño insuficiente, la comunicación entre ambas estructuras se vuelve ineficiente. ¿El resultado? Una amígdala hiperreactiva, una corteza prefrontal inhibida y una pobre comunicación entre ambas, combinación que favorece respuestas impulsivas y violentas sin evaluar las consecuencias”, explicó.
Añadió que dormir poco reduce nuestra capacidad de empatía, aumenta ideas racistas y prejuicios, altera el estado de ánimo y, en personas vulnerables, puede desencadenar y aumentar la severidad de trastornos mentales. También se ha vinculado a mayor consumo de sustancias adictivas y conductas de riesgo, como manejar bajo los efectos del alcohol, peleas o prácticas sexuales inseguras.
Arana Lechuga invitó a dar la debida importancia a la salud mental y al sueño en nuestros adolescentes y jóvenes. “El problema de la violencia es el resultado de circunstancias multifactoriales, pero es claro que nuestra juventud está presentando problemas de salud mental, los cuales debemos atender de forma integral, muchas veces en consulta tenemos jóvenes con problemas de conducta que mejoran considerablemente con terapia psicológica y con una buena higiene de sueño”, indicó.
La experta del Centro Neurológico de Sueño resaltó que en México, solo el 15% de los adolescentes duerme lo suficiente y la restricción crónica de sueño se suma a otros factores que impactan su salud mental, como la exposición exacerbada a redes sociales, los problemas familiares o algunas otras enfermedades.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente uno de cada 7 adolescentes (10 a 19 años) presenta algún problema de salud mental, siendo los principales la ansiedad y depresión. En ambos casos, la prevalencia casi se duplicó durante la pandemia por Covid-19. En México, según el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones, en 2023, 17 mil mujeres jóvenes y 5 mil hombres solicitaron atención médica por ansiedad, mientras que 10 mil mujeres y 2 mil por depresión.
“¿Queremos jóvenes que tomen mejores decisiones, consuman menos sustancias nocivas, se expongan menos a riesgos y desarrollen mayor empatía? Podemos empezar asegurándoles un sueño reparador”, puntualizó Arana Lechuga.